Teresa: He sobrevivido para contarlo

Teresa nació en Almería, 1939. A lo largo de su vida ha vivido en Berja, La Loma de la Mezquita y El Ejido. No recuerda mucho su infancia, aunque si como jugaba los domingos con sus primos en las vegas de su pueblo, sus primeros viajes en la moto de un vecino, o como se hacían casas en las copas de los árboles.Considera que su vida ha sido feliz, aunque siempre luchando con las adversidades que se le han ido presentando, que nunca han sido pocas. A pesar de ello no quiere dejar de vivir nunca, de querer a los suyos, y de seguir disfrutando de las pequeñas cosas de la vida.
El momento que más ha destacado es su jubilación, donde dejó de trabajar después de 53 años, pudo dedicarse a su casa, y a disfrutar con sus hijas y nietos.
Los momentos que más nos destaca son las comuniones, bodas, o graduaciones de sus hijas y nietos, sintiéndose plenamente orgullosa de todos ellos.
Destaca la importancia que ha tenido la religión en su vida, y en el día a día, siempre le acompaña y es otra fuerza que le hace vivir.

Teresa nos cuenta que cuando más cambió fue en su adolescencia, donde lo hizo tanto física como mentalmente. Su cuerpo empezó a desarrollarse, y hubo ciertos momentos en los que no entendía esos cambios, cosas de niña nos dice.
Ahora mismo ella se siente cómoda consigo misma, y claro, le gustaría tener unos años menos 50 y pico nos dice…no quiere dejar de vivir. Pero le gusta como es, se identifica con sus arrugas, son lo que ha vivido, y eso ha sido mucho.
Ella envejeció antes que su marido, poco a poco, pero él lo hizo de golpe, y acabó muriendo antes, a los 70 años.
Nos dice sentirse muy orgullosa de su vida, de todo lo peleado y trabajado, y por supuesto de todo lo que ha conseguido. Se emociona diciéndonos que nadie tiene nada negativo que decir ni de ella, ni de sus hijas. Son personas buenas, y no por que lo diga ella, si no porque así se lo hacen sentir las personas con las que han tratado.

Su familia es el motor de su vida, siempre ha sido muy familiar, y con el tiempo lo es aún más. Su infancia nos vuelve a decir que no la recuerda mucho, fue disfrutada, pero sus padres murieron jóvenes y tuvo que hacerse cargo de una casa en la que convivía con dos chicos, sus hermanos. Tenía tías y primas cerca, pero en esos tiempos no podían echarles una mano, la economía de todos estaba muy mal. A los 22 años se caso con Antonio, un chico de la zona. Con el tuvo 6 hijas, de las cuales 5 están casadas, y una soltera. Teresa tiene 7 nietos y 2 nietas, también un biznieto y una biznieta. Sus nietos la visitan mucho, la tienen en cuenta en su día a día, y la llaman mucho, muy importante, sobre todo ahora que no nos hemos podido ver. Nos cuenta, que una de las cosas que más le gusta hacer, es hacer comida para que todos vayan a su casa.

Cuando sus hijas y nietos no pueden visitarla, Teresa está acompañada de 2 perros, y un gato, de los que se siente madre. Los animales para ella son una alegría, y si pudiese tendría muchos más.
Tiene muchos amigos, y amigas. A lo largo de todos sus años de trabajo ha conocido mucha gente, y también con tantos cambios de domicilio. Dice tener un amigo en cada rincón de la provincia, han sido una familia muy grande, muy generosa y que siempre ha tenido las puertas abiertas para todo el que necesitaba algo. Nos cuenta que tiene amigos hasta en Argentina, con los cuales habla mensualmente por teléfono.

Siempre ha trabajado en algo relacionado con el campo, primero en la vega de la familia, y después envasando verduras en una cooperativa, desde los 13 hasta los 65 años. Ojalá pudiese estar trabajando ahora, eso sería señal que es joven y sigue fuerte. Nos cuenta que la tierra es muy agradecida, y es bonito ver como crece vida de ella, con agua y cuidados. Alguno de sus yernos se dedica a la tierra, y como sus verduras o frutas no hay otras iguales.
Después de dejar de trabajar también se puso muy feliz, se dedico plenamente a su casa, y pudo descansar un poco. También empezó a cuidar de los nietos, y echarles una mano a sus hijas. Ya sin trabajar, su marido enfermo, y paso meses con él en el hospital.

La música le encanta, aunque dice no entender mucho. No la música fuerte, ni «tecnológica», si los artistas cantando, copla, sevillanas, o guitarras sonando…les recuerda a sus bailes de joven y a las pocas veces que ha podido disfrutar de la feria. Tiene un par de nietos artistas, uno toca la guitarra, y otra canta, y a ella esto le llena el corazón. En la comunión de su nieta más joven, le cantaron una canción por el día de la madre, y es uno de los momentos que mejor le hace sentir.
Nunca ha bailado mucho, de niña algo, pero era más los bailes que se hacían con la cuerda, o la toga…sus nietos cuando la ayudan a levantarse a veces le hacen dar un par de pasos, pero a ella le cuesta mucho esfuerzo. Aunque dice que le gusta mucho ver a los niños y niñas bailar flamenco.

Deporte ha hecho poco, algún juego de niña, de pillapilla o cargar y descargar camiones, pero no ha jugado mucho a la pelota, y tampoco se ha bañado mucho en el mar, le da miedo, y no sabe nadar. No ver el fondo, y pensar lo que puede haber ahí debajo le asusta.
Otra cosa que le da mucho miedo es el Covid-19, el bicho maldito que tanto daño está haciendo. Teresa llora al pensar en la situación de las familias, de los sanitarios, y del sufrimiento que está experimentando todo el mundo.
Nos cuenta que ella ha sufrido pensar que podía morirse sola, llevando tanto tiempo sin ver a sus hijas, y si sentir el amor físicamente de las personas. Por suerte, nos cuenta que cree que lo peor ha pasado, que ella se lo pide todos los días a Dios, y que confía que si hacemos las cosas bien podremos superar todo esto.
También resalta el valor de esos médicos al frente de todo, que han ayudado y cuidado mucho. A ella, la llamaba su médica todas las semanas para ver si seguía bien y necesitaba algo. Aquí hemos visto las buenas personas, como se ayudan y están siempre.

Nos cuenta que se ha sentido muy bien, muy feliz de recordar cosas que en su día a día tiene olvidadas, también de haber escrito un ratito, y de sentir como sus palabras que son su vida pueden importarle a alguien.

Además, quiere recordar su 80 cumpleaños, antes se le ha olvidado contarlo, pero tuvo una fiesta sorpresa, con toda su familia, y con una tarta llena de velas. Pocas veces ha podido tener esta tarta, la economía no se lo había permitido. En este momento se sintió muy querida, y se dio cuenta que no quiere dejar de vivir, que aún le queda mucho por enseñar y aprender de la vida. Siempre hay que aprender y crecer.

Habilidades

Publicado el

11/06/2020